Cuando adelantamos procesos de selección para nuestros clientes con el propósito y la promesa de “Vincular el mejor talento humano a la organización” y en la búsqueda de encontrar el “traje a la medida para las partes”, más allá de explorar la experiencia, competencias, aspiración salarial, nivel académico, entre otros. ¿Cuántas veces nos detenemos a conversar e indagar de manera profunda y decidida cuál es la vocación del candidato? Pregunta ambigua es verdad…  debido a que desde el perfil y la descripción del cargo no existe en ninguno de sus apartes este concepto y ni siquiera es imaginable referirlo, es más, en este “formato” nos limitamos a aspectos como: ¿Qué hace? ¿para qué lo hace?, experiencia, conocimientos, competencias etc., etc.

¿Qué pasaría si en nuestras conversaciones, NO entrevistas, desarrolláramos un diálogo cercano y ameno donde abriéramos un espacio para indagar aspectos como: ¿Cuál es tu vocación?, ¿Qué te motivó a elegir tu profesión?, ¿Cómo se conjugan tus conocimientos habilidades y experiencia en la vocación genuina del ser humano que habita en ti?, ¿Cómo ha influido tu orientación vocacional en tu desempeño profesional?

¿Será entonces que identificar estos aspectos podrá producir y predecir un mejor desempeño y la posibilidad de que la persona desarrolle su máximo potencial?  Para lograr así, más allá de cubrir una vacante; generar un engagement óptimo, y acercar al “elegido” de una manera responsable a su realización personal, asumiendo nuestro rol con un alcance que genere valor no sólo para la empresa, sino para ese ser humano que generosamente  nos abre su corazón y también hace de la empresa su mejor elección.

¿Qué tal si lo intentamos?